¿Sabías que después de llorar tu mirada es más nítida? De repente hay en ella un brillo que confunde… buscamos en ella sufrimiento y lo único que vemos es Amor. Siempre intentamos encontrar algo que, según un algoritmo programado por nuestro entorno y nuestras raíces, ya conocemos.
Las lágrimas son una expresión del dolor… podemos expresarnos o no expresarnos… también podemos hacerlo de forma totalmente ineficaz y destructiva. Podríamos, por ejemplo, darle una patada a un cubo de basura cuando el dolor nos invade… ensuciaríamos el entorno, llenaríamos nuestros órganos de rabia, le alteraríamos el estado de ánimo a alguien, y nos contaríamos cualquier mentirijilla para alimentar a nuestro ego… entonces nos aplaudiríamos. Y lo convertiríamos en un hábito. Así sin más anularíamos al dolor… Y si nuestro cuerpo nos recuerda que sigue estando allí, junto con un vaso de agua le daríamos una pastilla para que se olvide de eso y nos ayude a centrarnos en ser felices y sentirnos superiores.
El dolor, damas y caballeros, y el sentimiento de tristeza nos invaden para ayudarnos a evolucionar. Son voces que te sugieren que nada te pertenece para que aprendas a amar de verdad, hieren en realidad a tu ego mostrándole que no tiene el control. Te recuerdan que las cosas no son ni buenas ni malas… tan sólo son. Te señalan la dirección y el sentido que en realidad quieres seguir para ser libre… para ser Tu.