Sin peros

La primera vez que me recomendaron no utilizar nuestro querido «pero» fue como una técnica de venta. En los ojos del cliente, cada vez que el especialista lo decía, era como si un «no» enorme y en negrita se plantara delante de él y, además, en algún lugar profundo de su mente, le susurraba..: Hmm, ten cuidado con eso, no te conviene. Y ya podría resucitar Gabriel Chanel para convencerle que es la mejor oportunidad del mercado… su mente seguiría con lo suyo.

Fue una tarea difícil.

La segunda vez que  leí sobre sustituir el «pero» fue unos años más tarde, investigando sobre el taoísmo. En la Unidad, las cosas tan solo Son, y no se catalogan como «buenas» o malas». Por ejemplo: Me encantaría ir a tomar una cerveza ahora pero tengo que trabajar». Con esta frase entendemos que ir a tomar una cerveza es «bueno» y trabajar es «malo». Trabajar es malo? Ir a tomar una cerveza es tan maravilloso? Por supuesto, aquí hay mucho que masticar… La cosa sería Me encantaría ir a tomar una cerveza ahora y tengo que ir a trabajar. Está claro que me apetece una birra, y también está claro que tengo una responsabilidad que es trabajar. La diferencia es que con la segunda opción «ir a trabajar» no pesa, no representa eso que me impide ser feliz.

Así que, llevo 8 años yo parándome 3 segundo antes de, automáticamente, pronunciar «pero». Porqué es así, pensamos que «siempre hay un pero», que «nada es perfecto», que «trabajar es malo», que «el tejido sintético no nos conviene», que «cobrar más que la media es genial», que «tener muchos certificados es prestigioso», y una infinidad de absurdeces.

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